domingo, 11 de abril de 2010

EL CHINO QUE QUERÍA SER ANDALUZ


Nunca olvidaré cuando era joven, y fui a Andalucía:

Me llamo Wong Cheng y nací en Pekín, en el año 1975, allí era feliz, pero mi hermano lo era más. Mi hermano vivía en Andalucía y era el dueño de los restaurantes “Palacio Pekín”

Llegué por avión al aeropuerto de Sevilla, capital andaluza, y con esmero empecé a buscar a mi hermano.

Recorrí Sevilla, Huelva, Málaga, Jaén, Almería, Granada, Cádiz y por último Córdoba.

Mi hermano me preguntó:

  • ¿Te ha gustado Andalucía?

  • Sí, tanto, que he decidido ser andaluz. – Respondí enérgicamente.

Y así lo hice. Mi hermano y yo fuimos a que me empadronasen en Peñarroya-Pueblonuevo. Me cambié de nombre por: Juan de Dios Andaluz del Todo.

Fui a Marbella y allí cogí color tomando el sol.

Por último, compré una casa en Peñarroya-Pueblonuevo.

Y desde que vivo aquí, todos los días izo la bandera andaluza y con orgullo canto el himno de Andalucía.

¡Que viva Andalucía y sobre todo, Córdoba!

David

EL ABUELO VIAJERO


Nunca olvidaré las historias que me contaba mi abuelo siendo yo un niño. Esta fue una de ellas con la que aprendí a amar mi tierra.

Mi querido nieto, cuando yo era un zagal andaba por Andalucía en busca de aventuras y sustento. Llegué tras mucho andar a “Cordobita la Llana” que de llana tiene poco porque fui por más sierras que “Curro Jiménez”. Hijo mío, llegué a un mesón y, al ver al mesonero apartando salmorejo, con su jamón, el huevo… los ojos se me salían de las órbitas y la boca se me hacía agua, tanto como para llenar el río Guadalquivir.”

Tenía más hambre que un caracol en un cristal, cuál sería mi cara al verme, Manolete, el torero cordobés, que me invitó a todo lo que quise y más. ¡Qué gran generosidad la del torero, no contento con haber satisfecho mis necesidades de alimento, me llevó a recorrer la ciudad y sus monumentos!

Recorriendo la ciudad, me iba contando historias de personajes célebres andaluces y esto me hizo car en la cuenta de la generosidad que caracterizaba al pueblo andaluz y de la alegría que contagia su gente.

Mi abuelo, supo trasmitirme este sentimiento que me acompañará a lo largo de toda mi vida.

Antonio

QUIEN EMPIEZA DERECHO, TERMINA DERECHO


Nunca olvidaré que en un pueblo de la sierra de Córdoba, Manuelita, tenía que andar ingeniándoselas para comer ella y su pobre madre, muy enferma. Ella veía cómo la alcaldesa y demás políticos de su pueblo, derrochaban el dinero.
En aquel pueblo, no había apenas trabajo, y ella veía cómo algunos gozaban de la abundancia y a otros les tocaba trabajar, para apenas malcomer. A ella le daba mucha rabia y no se le ocurría nada para hacer. Mientras, su madre se calentaba en una pequeña candela y soportaba su enfermedad como buenamente podía. Le decía: “Hija mía debes ser siempre honrada y alejarte de los líos porque siempre llevarás las de perder. Ellos hacen las leyes y las hacen para poder robar a gusto y si tú “te escurres un pelo”, intentarán hacértelo pagar muy caro.”
Aquella misma noche, Manuelita, tuvo que ir corriendo a por el médico viendo que su madre se ponía muy enferma, y al llegar a la consulta, le dijeron que estaba en casa de la alcaldesa. Por eso, inmediatamente, se dirigió a buscarlo, pero la alcaldesa no dejó que se fuera porque tenia una “espinita” clavada en un dedo. Aún suplicándole, Manuelita y el médico, ella no consistió porque era gente de segunda.
Aquella misma noche, murió la pobre madre en brazos de Manuelita. A la mañana siguiente, desconsolada, se mudó buscando un cambio en su vida y que mejorara su suerte. Así, Manuelita se marchó a Sevilla y allí, trabajó en una fábrica de trajes de flamenca. Luego, se trasladó a Huelva, donde trabajó recogiendo castañas en el campo. Poco tiempo después, se fue a Cádiz y trabajó duramente en la pesca. En unos de sus viajes en barco en busca de pescado, decidió cambiar y desembarcó en Málaga. Allí, decidió trabajar en la construcción. Al cabo de un tiempo, se trasladó a Granada y se volcó en unas obras para la restauración de la “Alhambra”. A continuación, decidió volver a cambiar su lugar de residencia y se marchó a Almería, donde estuvo trabajando en los invernaderos cultivando hortalizas. Sin embargo y aún no conforme con su vida, fue a Jaén donde parece ser que “cayó de pie”, pues al conocer a su nuevo patrón, un hombre muy honrado, la puso como encargada de todas sus tiendas que acabaron subiendo mucho las ventas, ya que Manuelita era una chica muy agradable.
Un día, la alcaldesa llegó a una de estas tiendas a realizar una compra importante, pero no conoció a Manuelita. Le insinuó que tendría que sobornarla pero, por suerte, la chica estaba acompañada de un amigo policía, vestido de paisano, que no lo pensó un momento, la denunció y después del juicio, la orgullosa alcaldesa fue a dar con sus huesos a la cárcel.
Manuelita volvió a su pueblo natal, y terminó siendo alcaldesa procurando siempre ser
justa en todas sus decisiones.
Ana Belén

EL POZO DE LOS DESEOS

" Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día cada uno pueda encontrar la suya"
Antoine Saint-Exupéry


Esta historia comienza en un país llamado Marruecos. Allí vivía una familia en la que nació un niño llamado Ismail. Este niño desde muy pequeñito tenía la ilusión de ir a España…

y bajó al puerto de Tánger hasta que un día consiguió entrar debajo de un camión

y llegó a España, y como era muy pequeñito, y estaba solo, quiso regresar pero el barco ya había zarpado.

Él quería encontrar su estrella, la que iba a guiar en el camino de la vida; le iba a ayudar a salir de las tormentas y en las noches oscuras le alumbraría para no tropezar.

Miraba el cielo para encontrarla y sin darse cuenta se encontró en un desierto. Los desiertos no son habituales en Europa, pero Ismael estaba tan confundido que no vio todos los bosques que le rodeaban. El desierto era duro y muy, muy caluroso. Había dromedarios y palmeras. El desierto también era muy grande y tenía muchos caminos. Las palmeras eran tan altas e Ismael tan pequeñito que ya no podía ver las estrellas. Entonces muchos dromedarios que él creía que eran sus amigos le dijeron que siguiera un camino que iba a dar con “El Pozo de los Deseos”. Él también podría pedir su deseo: encontrar su estrella. Ismael encontró el pozo y se asomó,primero un poquito y luego más y más hasta que se cayó. Cayó y cayó cada vez más profundo y más abajo. Llegó al suelo y tenía miedo porque estaba solo. Le dolía el cuerpo y no podía pensar. Ismael quería salir, pero no sabía cómo. Era muy difícil porque a veces lo intentaba y volvía a caer.

Un día alguien le dio agua y un poco de comida. Ismael acercaba la mano, pero estaba tan asustado, que se escondía rápidamente para que nadie le viera. Poco a poco, se fue dejando ver y vio que quien quería ayudar era un enanito. Un enanito muy feo que se presentó y le dijo que se llamaba Ibaiondo. Este enanito le tejió una cuerda que le ayudaría a salir del pozo. También le señaló hacia donde tenía que mirar para encontrar su estrella. Pero le recordó que existen diferentes caminos y que de él depende cuál elegir.

Ismael había tenido tiempo de pensar en el pozo y pensar en cuál sería su camino. El enanito le dejó escrito en un papel algunas indicaciones para seguir la buena estrella. El papel del enanito decía:

Hay veces que tenemos que decir que no para no hacernos daño. Es bueno pensar antes de actuar. Hay que respetar a las personas porque todos tenemos en el fondo un corazón que late y que si actuamos mal se va muriendo poco a poco. Rodéate de gente buena porque tendrás siempre cosas buenas. Mira a tu corazón y quiérete por lo que eres.

A Ismael le dio mucha pena separarse del enanito, pero también sabía que no podía quedarse con él, porque vivía sólo y bajo tierra.

Ismael tenía que seguir su camino y conseguir sus sueños, formar una familia y ser feliz.

A Ismael, hoy día, le queda muy poco para ser mayor de edad y salir de un centro de menores… Ismael ya está preparado.

Ismael

miércoles, 7 de abril de 2010

Un extraño suceso


Era un domingo cualquiera del otoño del 1983 . Como todos los fines de semana venía de Extremadura para visitar a mi familia y a mi novia.
Aquella noche me acosté temprano porque al día siguiente tenía que madrugar .
Como todos los lunes salí hacia Badajoz a las 4 :30 de la mañana para estar allí a las 8:00. Iba pensado en todo lo que tenía que hacer durante la semana. Había muy poco tráfico, a esas horas la gente estaba descansando en sus camas; de vez en cuando me tropezaba con algún coche, que como yo, madrugaba para ir a su destino.
Pasando Peñarroya-Pueblonuevo, en una zona muy llana, donde había restos de minas abandonadas, en una gran recta, algo me llamó la atención. Primero oí un zumbido muy agudo y constante que provenía del horizonte y justo después apareció una aureola que iluminó todo el terreno. Parecía que, de pronto, se había hecho de día; un tono rosáceo llenó la noche. Duró solo unos segundos. No puedo describir lo que sentí. entre miedo y sorpresa, sólo sé que mi pie apretó el acelerador y qué lo único que deseaba era alejarme de allí. De vez en cuando miraba por el espejo retrovisor, pero la noche se había vuelto oscura y no había ninguna señal de aquel resplandor que me había sorprendido momentos antes. Estaba confundido, procuraba distraerme con la radio pero nada me hacía olvidar aquella sensación que momentos antes había vivido. Recordé aquellas noticias que algunas veces se oía en la televisión sobre fenómenos extraños que algunas personas habían visto. Intenté justificar aquel resplandor, pensando que podría ser una explosión en las minas, pero aquello era imposible porque éstas llevaban abandonadas muchos años. Continué mi viaje con mucha intranquilidad y nerviosismo, estaba deseando llegar a Badajoz. Al día siguiente miré los periódicos y oí las noticias por si en algún lado alguien había escrito algo sobre lo que yo había visto la noche anterior. Pero nada, ni rastro de aquel fenómeno. La semana siguiente cuando volví a pasar por allí iba asustado, temiendo que se repitiera aquel extraño suceso, pero no ocurrió absolutamente nada , ni cuantas veces pasé por ese lugar.
Muchos años después, cuando recuerdo este hecho, se me sigue poniendo la piel de gallina, y siento una extraña sensación .
Cuando en las noticias oigo hablar de fenómenos extraños me acuerdo de lo que me sucedió a mí, a lo que no le he podido encontrar nunca una explicación lógica.

Más locas que nunca

Nunca olvidaré cuando en el año 2007 mi primita María y yo, que éramos bastante chiquitas, teníamos muchas ganas de llevar flequillo. Tantas ganas teníamos que se lo cortábamos a las Barbies, a todas las muñecas...
Un día se lo corté a una muñeca y me dijo mi prima que había quedado muy bien, y muy recto. Entonces le dije que se lo iba a cortar a ella, y ella aceptó. La verdad, no quedó muy bien. Después me lo cortó a mí, aunque no me quedó mucho mejor que digamos, pero bueno.
Entonces escondimos los pelos en una caja con llave. Ese día salimos al parque sin que nadie se diese cuenta, pero llegó una niña y esa sí nos lo notó. Fuimos a mi casa y una vez allí nos vieron, pero en vez de reñirnos se murieron de la risa. Y encima a mi prima María le faltaba poco para hacer la Primera Comunión, entonces se tuvo que poner un medio casquete en la cabeza para que así se le notara menos.

El día que nevó


Nunca olvidaré el día que nevó en Adamuz. En mi jardín, aquel día encontramos una gran manta de nieve. En cuanto pudimos salir los cuatro hicimos un muñeco de nieve. Nos salió estupendo. No le faltó detalle gracias a mi madre que le buscó la ropa.
Cuando papá y mamá se fueron a preparar la cena, algo sorprendente ocurrió. ¡El muñeco me lanzó una bola de nieve! Entonces mi hermano y yo empezamos a jugar con él. Hicimos una batalla de nieve, jugamos con mi perra Kessi, también jugamos al baloncesto hasta que se hizo tarde y nos fuimos a dormir pero él se quedó fuera.
A la mañana siguiente salió el sol y fuimos a jugar con él pero estaba derritiéndose y me dijo:
- ¡Adioooooooooós....! ¡Hasta el año que vieneeee.....
Aún guardamos, como recuerdo, su nariz en el frigorífico (una zanahoria).