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lunes, 10 de mayo de 2010

EL JURADO YA HA DELIBERADO

Aquí tenéis copia del acta del jurado. ¡Enhorabuena a los ganadores y ganadoras!
También agradecemos vuestra participación y os invitamos a la entrega de premios que se celebrará el día 1 de junio a las 18:00 horas en el Salón de Actos del CEP de Córdoba. Todos los participantes recibirán un diploma y un cuaderno con la publicación de todos los relatos.

ACTA DEL JURADO

II CONCURSO DE RELATO BREVE E ILUSTRACIÓN 2010

CENTRO DEL PROFESORADO DE CÓRDOBA

Reunidos los miembros del jurado el día a las en el Centro del Profesorado de Córdoba, se procede a tratar los asuntos relativos a la elección de los ganadores o ganadoras con presencia de un representante de la organización con voz pero sin voto:

  1. Todos los miembros del jurado conocen las bases.

  2. Una vez conocidos y apreciados los trabajos, se conceden los siguientes premios de acuerdo con las bases:

MODALIDAD PRIMARIA

1 Irene Romero Herruzo, CEIP San Isidro Labrador de El Villar, por Nunca lo olvidaré.

2 Ismail Boukouddou, por El Pozo de los deseos del CET Santa Elena- Asociación Dianova (Puente Genil)

3 Juan Pedro Torralba Mejías, CEIP Laureado capitán Trevilla de Adamuz, por Un extraño suceso.

MODALIDAD SECUNDARIA

1 Lucía Blanco Lendínez, IES Blas Infante, por Definitivamente, hay un recuerdo…

2 Juan Pedro Martín Villarreal, IES Jerez y Caballero (Hinojosa del Duque), por Abrazo de ébano.

3 Cynthia Bustos Muñoz, IES Blas Infante, por Rosas negras en un viernes difícil.


PREMIO A LA MEJOR ILUSTRACIÓN

- Alfonso Mengual Prieto, IES El sauce de la Carlota, por La soledad de un libro


Lo que de conformidad firman todos sus componentes y el representante de la organización.



Córdoba a 4 de mayo de de 2010


viernes, 23 de abril de 2010

Nunca lo olvidaré


Nunca olvidaré el pasado viaje a Sevilla hace tres días y dos noches.

Visité partes que eran desconocidas para mí y para mis amigos. Exploré sus maravillas más remotas y consulté a los más sabios guías acerca de sus vigorosos monumentos y edificios.

Me recomendaron visitar el monumento más simbólico de Sevilla, “La Giralda”, con sus esculturas y tapizados de arte renacentista hacia finales del siglo XII.

Todo era precioso, me fijé en sus gigantescos techos, pilares y luminosas ventanas de colores palpitantes.

Aquello era fantástico aunque no me sentía del todo completo, necesitaba algo más, por eso observé un cartel digital que ilustraba un mensaje que ponía: SUBIDA A LA GIRALDA, SIGA LAS FLECHAS . Esa señal permitió que la parte pícara de mi conciencia me hiciese separarme de mis compañeros y dirigirme hacia la gran cola de gente que esperaba para subir a la Giralda. Cuando por fin acabó esa tremenda cola de gente pensé que hubiera sido mejor haberse quedado con los demás porque veía la gente bajar cansada y desnutrida de sus treinta y siete pisos de altura. Ese obstáculo hizo que mi cabeza se dijese a si misma: “¿Estás preparado para subir?”, pues “¡Let´s go!”

Me adentré en sus estrechos caminos y comencé a subir lo más rápido que pude, pero no era suficiente. Al llegar al piso seis ya estaba agotado y aun me quedaban treinta y un pisos más por subir. Poco a poco veía la altitud que iba cogiendo a través de las ventanas y mi ansiedad ya estaba subiendo por cada paso que daba.

Al fin estaba delante del último piso y una blanca y gloriosa luz iluminó mi camino conduciéndome hacia una puerta.

Cuando me asomé valió la pena, me senté sobre el reposo de lo alto de la torre y me quedé estupefacto ante las vistas de Sevilla.

Nunca olvidaré el momento en que subí a la Giralda y contemplé sus vistas.

SERIOTE

La soledad de un libro


En una calle vieja, rota por sus años, yacía un viejo mendigo cuyo fin era tener un poco de dinero para alimentarse ya que antes de ser un mendigo era librero y por causas de pagos se vio arruinado y en la calle. Antes de que le quitaran todo lo que tenía se llevó un único libro, era un libro de pasión, de aventuras, de maleficios encantados.

Al leer ese libro siempre se acordaba del pasado y de la gente que le había ayudado y de la que no. Lo leía una y otra vez y siempre se acordaba de lo que iba después, pero nunca se cansaba de leerlo. Al leer el libro se imaginaba un mundo nuevo , un mundo donde él estaba solo y toda la gente que él quería podía estar solo con un chasquido de dedos , también se imaginaba que las personas que le hicieron daño y lo pusieron en esas circunstancias trabajaban para él. Se despertaba una y otra vez de aquella imaginación que le hacía ser alguien importante, mientras que las personas pasaban de prisa para evitar darle a aquel pobre hombre algo para comer.

El libro lo seguía leyendo una y otra vez, día tras día, año tras año... El libro desprendía un fuerte olor y también estaba roto al igual que su dueño ya que habían sufrido muchas guerras y batallas. Al pronunciar las últimas palabras de aquel dichoso libro, sus párpados se cerraban poco a poco. Desde entonces habían pasado cuatro años y los dos tenían un aspecto más desaliñado y se vieron las caras por última vez.

A la tarde siguiente una pelota iba calle abajo con unos niños que se vieron atrapados por la crueldad que veían: un pobre hombre desamparado que se encontraba muerto con un libro en el pecho y una mano engarrotada con un plato vacío.

Un libro puede hacer feliz hasta la persona más insignificante. Si hay imaginación hay un libro

Laves

Yo me imaginé


Yo me imagine un día una idea, que no se si las personas que lean este cuento os lo podéis imaginar .Un día me encontraba ya acostado en mi cama y me paso por la cabeza una historia que pude disfrutarla mucho .Era volver a otros años sin tele, sin radio, sin ordenadores, sin mp4.Me di cuenta las horas que tendríamos libres que nos quedarían para leer libros, cuentos, periódicos, novelas etc. Volviéramos a jugar a los juegos que jugaban nuestros padres. Nos veríamos mas con la familia y amigos, ya que tendríamos que verlos para darles recados, felicitarlos etc. Y no escucharíamos las típicas frases de los padres diciendo ¡Cuanto he pagado de móvil, de internet ¡ Creo que esta historia hoy día solo puede ser una imaginación .Lastima que nosotros los niños no hallamos podido conocer esa vida tan tranquila .Bueno os dejo, para incorporarme a la vida que nunca imagine .

Tímido

El bosque misterioso


Una noche de primavera, en que la luna brillaba de una forma especial pues, estaba más blanca que nunca.

Mi amiga Vero y yo estábamos sentadas en el porche de mi cabaña, junto al bosque, vimos un destello de luz naranja que procedió del interior del bosque. Llevadas por la curiosidad, nos adentramos en el bosque y nos dirigimos al arroyo. Cuando de repente escuchamos susurros y voces, el miedo se apoderó de nosotras, pero seguimos andando. Al llegar al arroyo, vimos reflejado en el agua un duende. Nos asustamos tanto que lo único que pudimos hacer fue abrazarnos y entonces sentimos que algo nos tocaba las piernas; en ese momento, me armé de valor y miré hacia abajo y vi que solo era unos matojos que se habían enredado en nuestras piernas. Al girar la cabeza se nos escapo un suspiro al ver que el duende solo era el reflejo de un viejo y feo árbol.

Ya más tranquilas, seguimos andando en dirección a esa extraña luz.

* ¡Vamos a casa!, que tengo mucho miedo – dijo mi amiga.
* Espera un momento, que he visto moverse algo – dije yo.

Dimos unos pasos hacia delante y vimos unas sombras. Nos escondimos detrás de unos árboles para mirar sin ser vistas; en ese momento, una nube tapó la luna y la noche se oscureció. Allí estaba la luz naranja, era una hoguera y a su alrededor había gente sentada; cuando miré sus caras, parecían deformes, todos escuchaban atentamente a otro miembro del grupo que leía un libro.

- Seguramente será un libro de conjuros, ¿verdad?

- Seguro que sí, no ves cómo le miran.

A la vez que algo me tocaba el hombro una voz grave nos dijo.

* ¿Qué hacéis aquí?
* No, no nosotras solo….
* Venid, acompañadme

Le acompañamos con mucho miedo.

* ¿Qué pensáis que pasó?

¡Pues! que las personas deformes eran niños que estaban de acampada, que el libro de hechizos solo era un cuento, que el hombre, de voz grave, era el profesor y que el miedo de esa noche fue producido por nuestra imaginación.

Mariposa

Algo inolvidable


Aún recuerdo aquellos días en los que jugaba con mis amigos al pilla-pilla y a otros tantos juegos divertidos. Nos lo pasábamos de maravilla corriendo y corriendo de un lado para otro hasta cansarnos. En el cole siempre hacía algo malo, y es que era un traviesillo, pero un hacha en los estudios. Me encantaba jugar con los cochecitos de juguete y a las pistolas, sentarme con mi abuela por las noches a mirar las estrellas y escuchar sus cuentos, cuentos de mundos mágicos, mundos maravillosos. Pero todo eso, ya se ha acabado. Ahora soy un hombre adulto, mi nombre es Alejandro, y tengo muchas responsabilidades y un trabajo y una casa que mantener. Recuerdo todo sobre cuando era niño cada vez que salgo a pasear y veo a los chavales jugar y divertirse. Que sea mayor no quiere decir que yo no me mezcle con los zagales, porque me gusta juntarme con ellos, correr y jugar y hacerlos reír. Cuando era pequeño no me gustaba tener que estudiar y hacer las tareas, por eso siempre decía que me gustaría ser mayor para tener mi trabajo y no tener que estudiar. Ahora me doy cuenta de que es mejor ser un niño y disfrutar de la vida y que, cuando uno es mayor tiene que encargarse de todo: su casa, su trabajo, su familia...



En el colegio casi siempre me peleaba con los demás chicos y al final los maestros acababan castigándome, pero aún así tenía muchos amigos, hasta que me di cuenta de que yo no podía estar metiéndome con los demás siempre, que eso estaba mal, y poco a poco fui cambiando y acabé por convertirme en lo que hoy día soy: un hombre respetuoso que a logrado una carrera y tiene un trabajo bueno y estable, y una vida llena de alegrías. Y es que yo creo que la infancia es algo inolvidable y rememorarla te llena de alegría al recordar bellos momentos.




Chispitas

Para no olvidar


Hay historias que no se olvidan aunque pase una eternidad, porque son responsables de cómo son las personas y lo dicen todo de alguien. Todo el mundo tiene su propia historia, todas diferentes e igual de importantes al mismo tiempo, y da la respuesta y el sentido a las preguntas de quien las vive. Como cualquier otra persona, un chico de poco mas de doce años, Carlos, aun recuerda su historia.
Carlos era un chico normal, como se es a su edad y de muy buen corazón.
Ese año, acababan de empezar las vacaciones de verano y una mañana de repente se encontró en el lugar mas desconocido y a la vez familiar que podía esperar, donde una sensación igual de extraña lo invadió, unos olores magníficos le embargaron los sentidos y una voz melódica y profunda que parecía venir de todas partes le habló, aunque en realidad no lo hizo, solamente le consultó su corazón. Lo que le dijo fueron las palabras más claras y sabias que había oído y oyó en su vida. Lo que la voz le dijo nunca lo olvidó, pero esas palabras no las volvió a oír mencionar nunca. Cuándo la voz cesó, una clara luz apareció ante él y entonces todo lo que vio fue un mar revuelto de imágenes, sonidos, emociones y sentimientos y reconoció todos y cada uno de ellos.
Era lo que había visto, oído, sentido y querido y lo que iba a ver, oír, sentir y querer.
Al instante todo se desvaneció y unos resplandores y una penumbra lo envolvieron, y luego apareció tumbado en su cuarto. Eran las diez y media, lo que dejó claro que no había estado dormido porque era exactamente la misma hora. Esa noche escribió en un papel: Nunca olvidaré nada, porque no se debe olvidar lo que se sentido porque, en realidad no se puede.
Carlos cambió mucho, porque si anteriormente se ha dicho que era de buen corazón, después lo fue más y todos lo notaron, pero nunca le preguntaron por qué.



Manuel

Que tu vida no dependa de otra persona


Se llamaba María , tenía 13 años ( los mismos que yo ) Ella iba todos los días normal al colegio , con sus amigas y amigos . Tenía novio pero lo dejó porque no la dejaba ser como ella quería .Al principio él se quería hacer el duro y decía que le daba igual.. Pasaban los días y ella le seguía queriendo . El niño , Pablo , para hacerse el interesante hacía como si ella no existiera , hasta que un día María le dijo que quería volver con él. Este le dijo que sí .Pasaban los días y el chaval no cambiaba la seguía atosigando pero como ella lo quería tanto proseguía su relación con él . Un día ella no le hizo caso y él en un momento de histeria le pegó. María hizo como que no pasaba nada , hasta que llegó un momento inoportuno de su relación que en vez de un guantazo le dio un puñetazo y este desgraciadamente la dejó inconsciente , se calló y se dio con una piedra en la cabeza.. La niña murió y Pablo fue metido en un centro de menores

Dolby

Perdida en la acampada


Un día de verano, yo y mis amigos queríamos hacer alguna excursión todos juntos. Uno decía de ir a un parque de atracciones, otro a algún museo y nadie nos aclarábamos.
Al final Macarena, una amiga mía, propuso ir de acampada para pasar un día y una noche. Esa idea nos conmovió a todos, así que esa excursión es la que íbamos a hacer. Empezamos a planear el día, las cosas que íbamos a llevarnos, etc.
Llegó el día y yo y todos mis amigos ya estábamos preparados para irnos. Cuando llegamos a la montaña montamos las tiendas de campaña y todos nos repartimos para buscar palos para hacer una candela.
Unos se fueron por el río, otros por la ladera de la montaña, pero siempre iban en grupos, menos yo que sin darme cuenta me separé de mi grupo y me metí en el espeso bosque.
Estaba llegando la noche y todos estaban reunidos encendiendo la candela, y Macarena se dio cuenta de que faltaba yo. De nuevo todos formaron grupos para buscarme.
Yo estaba sola y tenía mucho miedo. Caminaba desesperaba y pensé que mis amigos no se preocuparían por mí y no irían a buscarme. Escuché ruidos y yo asustada retrocedí un paso hacia atrás cuando un gran trozo de tierra se desprendió y me di cuenta que estaba al borde de un precipicio.
Grité y mis amigos me escucharon. Fueron corriendo hacia mí llamándome a voces. Por fin me encontraron y volvimos a la acampada todos juntos. Yo estaba feliz porque me di cuenta de que mis amigos se preocuparon por mí.
Dije que nunca más me volvería a separar de un grupo y este hecho nunca lo olvidaré.

Virlly

Algo que nunca podré olvidar


Mi primer día de instituto en el Duque De Rivas era viernes, 15 de septiembre. Entonces entraba en primero lo que significaba que éramos los más pequeñitos. Iba acompañada de mi madre, cuando me vi a las puertas del instituto. Mi madre me vio nerviosa y me dio un abrazo muy fuerte y se despidió de mí. Así supe que todo iría bien y que todo seguiría igual. Al entrar, vi a la conserje en medio del bullicio. Se llamaba Carmen. Le pregunté donde estaba mi aula y me llevó a ella. Después se fue a conserjería. En el trayecto hasta mi aula, me habló sobre como funcionaban las cosas en el instituto. Ahí me dí cuenta de que aunque tuviéramos once años, nos iban a tratar como adultos. Mientras me lo relataba, llegamos al aula. Me encontré en la puerta de mi aula. Podía leer un cartel donde ponía “1º ESO B”, y me sentí orgullosa de mí misma. Al entrar estaban todos mis compañeros: los que no conocía junto a los conocidos. Reconocí a un amigo de toda la vida y me fui a su lado. Fue un alivio en ese momento. Me senté en la segunda fila, junto a la ventana.

De pronto sonó el timbre. Entró por la puerta el profesor: Rafael (me recordó a un ogro de los cuentos porque no paraba de mandar a callar). Se sentó en su silla que a mi me parecía un trono. Empezó a hablar y nos explicó que nuestra tutora estaba de baja por maternidad. De pronto, me mandó a por un parte porque había varios alumnos que se estaban comportando mal. Salí de la clase para dirigirme a conserjería, pero estaba tan nerviosa que me perdí. El instituto no es muy grande, pero no lo conocía. Fueron unos minutos horribles pensando que el profesor me estaba esperando con el parte y yo no sabía ir ni volver. Al fin ví unas escaleras y bajé. Pero bajando me tropecé y caí. Me vió Carmen y me ayudó a levantarme. Le dije lo que buscaba y me lo dio. Así que volví a clase y se lo dí al profesor. En el aula, el profesor dio el horario, la lista de profesores y las normas de comportamiento. Terminó la clase y salimos. Me dirigí a mi casa, pensando en lo ocurrido. Cuando llegué les conté todo lo ocurrido a mis padres. Cuando terminé el relato me di cuenta de que había sido un día espectacular y que en el fondo estaba deseando volver.


Meloja

Nunca lo olvidaré


Varios días antes de que terminara el instituto mis padres me comunicaron que nos íbamos a mudar a Málaga por asuntos de trabajo. El día anterior a trasladarme a mi nueva casa, todas mis amigas vinieron a ayudarme a hacer las maletas y aunque intentábamos parecer fuertes, no era así, ya que todas estábamos muy tristes por mi ida y a pesar de que volvería en vacaciones, no iba a ser lo mismo.

Sin darme cuenta, había corrido el tiempo tan rápido que yo ya me encontraba montada en el coche. Estuve todo el camino callada, al igual que mi familia, reconozco que soy muy mala para esos cambios tan bruscos. Al cabo de un par de horas, empezamos a ver una gran masa de agua brillante, el mar, y aunque en cualquier otra situación me hubiera alegrado por tenerlo tan cerca, en esos momentos no lo estaba.

Entré en mi nuevo hogar que era más grande que el anterior, más luminoso y con unas vistas fantásticas a la costa.

Aunque pareciese mentira, no salí de mi casa hasta una semana después, precisamente comencé a salir el día que empezaban las clases del instituto. Pero en esa ocasión, no podía poner pretextos ya que era mi obligación ir a clase, no todo era tan malo como pensaba: tenía buenos compañeros, chicas que querían ser mis amigas y un chico maravilloso llamado Raúl, pero para mi mala suerte, también le interesaba a más de una chica del instituto.

Volviendo para casa y con mi autoestima por los suelos vi cómo Raúl me seguía, por eso lo esperé, al parecer era mi vecino y, además, me invitó a ver todos los rincones maravillosos que había en aquel lugar. Esa misma tarde. Parecía que cada vez nos llevábamos mejor y que no era una chica más de todas aquellas que intentaban impresionarle.

Un día me llevó a la playa y allí me dijo:

-Nunca lo olvidaré.

No entendía lo que me decía pero allí mismo me plantó un beso de esos que nunca se olvidan, cómo decía Raúl. A partir de aquel maravilloso día, era la novia de Raúl y una persona tremendamente feliz. Y todo aquello me enseñó que no todos los cambios bruscos tienen que ser grandes catástrofes, sino que pueden ser gratas sorpresas y, que no me puedo sentir inferior que otra persona y tirar la toalla, sea la situación que sea.

Bella

Nunca lo olvidaré...


Ese domingo, como otro cualquiera del mes de diciembre. Unos días antes estuve hablando con mi padre de lo mucho que me gustaría volver a Barcelona a ver un partido de fútbol, pero él podía pensar que eran tonterías mías.

Ese domingo había terminado de hacer la tarea temprano y mis padres llegaron a casa a la hora de almorzar. Mi padre con una sonrisa en la cara, me dijo:

- Fea, tengo una sorpresa para ti.

Me quedé extrañada. ¿Qué podía ser esa sorpresa?. Le insistí en que me dijera qué era aquello que podía hacerme tan feliz, pero se lo pensó antes de contestar.

- ¿Tú no querías ir a ver un partido del Barça? Puede que vayamos porque han sobrado entradas en la peña.

Cuando oí sus palabras me emocioné y sentí una enorme alegría. ¡Posiblemente fuera a ver jugar a mi equipo! ¡Era alucinante!¡Vería a Messi y a Gerard Piqué!

Cada semana le preguntaba a mi padre cuándo estaría seguro de que íbamos a ir, pero él siempre me respondía que no lo sabía.

Una tarde llegó a casa y me enseñó el calendario de partido, señaló el Barça-Málaga y dijo:

- Este es el partido que vamos a ver. El 27 de febrero es el gran día. Todavía tengo que pagarlo, pero si te portas bien, iremos.

Ya era seguro (porque me había portado muy bien) y faltaba una semana para el gran día. Por fin llegó y yo estaba más emocionada que nunca. Aquel viernes por la noche saldríamos camino de Barcelona. Estaba muy nerviosa, pero por fin mi sueño se iba a cumplir. Esta tan impaciente que desde las nueve gritaba a mi padre “Vamos a llegar tarde”.

Eran las once y por fin subimos al autobús camino de Barcelona. La noche se hizo bastante larga, todo estaba muy silencioso y me angustiaba un poco. Sólo conseguí dormir una hora y media.

Al amanecer, todo el mundo despertó y el viaje empezó a ponerse divertido porque todos hablaban y reían muy animados. Me lo pasé genial.

Al llegar a Barcelona y alojarnos en el hotel, nos fuimos todos a dar una vuelta por la Sagrada Familia y visitamos el museo del Camp Nou. Por la tarde paseamos tranquilamente hacia campo. Los alrededores estaban abarrotados de gente que quería ver a los jugadores llegar al estadio.

Cuando los seguidores y aficionados empezaron a gritar era porque Ibra y Bojan llegaban en sus respectivos coches. Poco a poco fuimos entrando arrastrados por una gran marea humana hasta que nos colocamos en nuestros asientos. Me quedé alucinada al ver aquel campo tan grande. Aún no había entrado mucha gente pero ya impresionaba.

Mi amiga María y yo estábamos nerviosísimas cuando el marcador luminoso señalaba las nueve y media y los jugadores salían para calentar. Recuerdo perfectamente que el segundo en salir fue Leo Messi y el quinto, Gerard Piqué. Cuando los vi, no me lo podía creer. Piqué era tan perfecto como lo había visto en la tele: alto, con los ojos azules y su pelo dorado...¡perfecto! Y Messi...¡Messi era increible! Tan pequeñito como en televisión. Pero eso sí, nadie le quitaba ojo de encima. Cuando atrapaba el balón y corría, nadie lo paraba, era imposible.

Costó un poco ganar al Málaga, pero lo consiguieron

Al día siguiente, al salir del hotel vi a Piqué en un bar cercano. Empecé a llamarlo, miró hacia mí y me saludó.

Nunca olvidaré aquel 27 de febrero.



SC

Nunca lo olvidaré...


Nunca olvidaré el día en que mi primo vino a mi casa y me dijo:

- Voy a ir a Madrid al Corte Inglés; ven conmigo.

Yo acepté y nos montamos en su “Seat Pandilla” .

Después de un racheo y casi destrozar el naranjo que con tanto empeño había plantado mi madre, conseguimos arrancar y salir del pueblo sin atropellar a ningún vecino.

En la carretera la visión era cosa difícil, ya que mi primo conservaba todas las pegatinas de la ITV desde 1996 y apenas quedaban huecos libres en la luna para ver la carretera ni para ver los coches de los laterales, así que por gloria divina no provocamos un siniestro en la M-30. Cuando vimos Madrid nos sentimos muy aliviados. Yo en especial ya que, habíamos sobrevivido a un viaje de cinco horas en el coche de mi primo (conduciendo éste).

Visitamos todas las plantas del edificio y subimos a la sexta planta para comprar un DVD grabador con TDT integrado para mi madre. Pero tuvimos mala suerte y dimos con el antipático de la sección:

- Buenas tardes ¿ qué desea ?

- Un DVD grabador - dijo mi primo.

- Usted se cree qué ésta es la cola de la charcutería - dijo él.

- ¿Cómo dice? - contestó mi primo .

- ¡Que no tiene educación! - dijo el dependiente - Tiene que dar más información, que parece que está pidiendo un kilo de chopped..

- Bueno, déme un DVD grabador con TDT integrado, puerto USB, cinco GB de memoria...

- Eso está mejor - interrunpió el dependiente.

- ¿Y para que tipo de televisión? - preguntó este.

- Para una Zony - dijo mi primo.

- Dirá usted un televisor Sony -volvió a interrumpir el dependiente.

- Por favor, señor, denos usted el DVD grabador - dije yo viendo la mirada iracunda de mi primo hacia el dependiente.

- Tu eres mucho más educado que tu primo. Él debería aprender de ti - dijo este entregando el paquete del DVD y cobrándose al mismo tiempo.

Nos marchamos del Corte Inglés y nos montamos de nuevo en el coche, salimos del aparcamiento pero al incorporarnos en la carretera mi primo aceleró demasiado y nos estrellamos en un puesto de naranjas. el hombre salió hecho una fiera .

- Gerbasio, tráete la furgoneta, que mira lo que nos han liao en el puesto estos dos tontos.

El tipo fue directo hacia el coche pero mi primo intentó calmarlo.

- Señor, pienso pagar .

- Son cuatrocientos liuros y la rueda de repuesto del coche .

Mi primo pagó sin rechistar, pero el tipo nos echó una maldición, así que salimos disparados del lugar pero nos perdimos.

Después de una veintena de intentos, conseguimos salir de la ciudad y fuimos directos hacia mi casa. Tardamos cinco horas en volver. Mi madre nos echó una bronca tremenda.


PC

El principio del fin


Los primeros rayos de luz iluminaron toda la habitación que antes había estado sumida en la penumbra. Era una suerte para mí, quería verlos por última vez. Esta noche había sido muchísimo más tranquila que las anteriores, mis dolores de la edad habían desaparecido y me sentía bastante bien. Eché una ojeada a toda mi habitación. En el sillón más cercano a la puerta estaba mi hija pequeña, bueno, ya no tan pequeña, ¡cómo había pasado el tiempo!

Miré a mi derecha y allí estaba ella, tan guapa como siempre, cincuenta y tres años casados y para mí seguía exactamente igual. Se había acomodado en una silla que había acercado a la cama para estar lo más cerca posible de mí. Estaba en un profundo sueño y su cara estaba serena, pero sus mejillas aún estaban húmedas de llorar. Debajo de sus ojos castaños tenía unas leves pinceladas de color púrpura, y no era de extrañar, se había pasado la mayor parte de la noche despierta, mirándome, esperando con mucho dolor al momento que pronto llegaría…

Toda una vida, que se me había antojado cortísima, se me escapaba en cuestión de minutos, paso a paso, de suspiro en suspiro… En estos momentos es cuando uno empieza a recordar toda su vida… las situaciones felices, las tristes, e incluso el recuerdo de mis padres y hermanos que ya se habían ido. Tenía muchas ganas de volver a verlos. Sobre todo a mi madre, ¡cómo echaba de menos a mi madre! Ese era el único consuelo que me quedaba ya, pero también dejaba atrás a mi mujer y a mis dos hijas. ¡Cuánto dolor veía en sus caras!, ¡cuántas lágrimas habrían derramado desde hace una semana llena de noches de incertidumbre, en las que creían que no se podían separar de mí porque quizás era la última vez en la que estaban conmigo!, ¡cuántos recuerdos me venían ahora a la memoria, con tantísimos detalles y con tanta claridad!

Yo sentía que cada vez me alejaba más de ellas, cada vez más, y más… Y de nuevo empecé a oír los lloros y lamentos de mi familia, que volvía a estar despierta y que no quería dejarme marchar, pero yo tenía que irme, mi tiempo aquí había terminado. Mi hija mayor subía estrepitosamente las escaleras para darme otro de sus “te quiero” cotidianos y para volver a despedirse de mí. ¡Cuántas veces se habría despedido ya!

Pero que dejasen ya de llorar, por favor, que ya no merecía la pena. Quería recordarlas a todas tan risueñas como siempre, y nunca las olvidaría, como sé que ellas tampoco se olvidarían de mí.

En el pasillo la oí hablar con mi nieto.

-¿Qué es lo que le pasa al abuelito, mamá?

-Nada, cariño. Aún son las seis de la mañana, ¿por qué no vuelves a la cama? Verás que cuando sea de día volverás a verle y a reír con él. ¿De acuerdo?

-Vaaaale -dijo el chiquillo resignado y volvió a entrar en su habitación-.

Pero mi querido nieto ya no volvería a verme. Tampoco lo olvidaré a él, tan risueño, tan lleno de vida…

El momento ya llegaba, y todos se pusieron a mi alrededor y me miraban tristes con los ojos enrojecidos y llenos de lágrimas. Mi mujer me cogía de la mano, me daba ánimo, seguridad… ya me permitía marchar. El momento había llegado.

Otra mujer que había venido desde allí me estaba esperando para mostrarme el camino. Ella estaba delante de la cama, igual que siempre, con esa sonrisa que solo podía ser suya. Era mi madre.

No había tiempo de más. Era mi momento. Como despedida les dediqué a todos una espléndida sonrisa, una sonrisa que después de respirar profundamente y morir no se fue de mi cara.

Perseo

jueves, 22 de abril de 2010


Definitivamente, hay un recuerdo que siempre tendré.

Fue un momento que pasó lentamente, como si el inmenso reloj de las arenas del tiempo hubiera huido de la gravedad por un instante. Fue absurdo, extraño e incluso terrorífico; pude sentir por un segundo hasta la más oscura de mis sensaciones, pude conocerme y comprenderme, y justo después, pude hacer que el mundo me entendiera. Cuando terminó, todo pereció la pena, ya que la magia y la ilusión me llenaban por dentro, me impulsaban a seguir viva, a luchar contra mis miedos, a nunca huir y a volver a enfrentarme a este oscuro momento.

Me costó, pero tras la grata recompensa final, quise volver a intentarlo, llegar de nuevo a ese instante en el que todo es armonioso y perfecto, en el que los problemas huyen de mi mente y caen como castillos de arena, dejándome el espacio para sentir.

Sí, creo que nunca olvidaré la primera vez que me enfrenté a una hoja de papel.

Pekepony

Mi pérdida


La sensación de que ya nada quedaba al final, había llegado. Me pilló por sorpresa, la verdad. Él era mi mejor amigo; aún me atrevo a decir que lo es. Me sentía bien a su lado, era alguien en el que siempre había confiado. Pero algo ocurrió desde que empezó a distraerse, algo que yo no alcanzaba a comprender. Era esa chica, a la que nunca le había prestado demasiada atención, que, ahora, no podía apartar de su mente. Ya me lo había comentado, que veía algo en ella. Pero no llegué a pensar que sería tan radical. Veía a Pablo convertirse en una persona que ya no conocía, un Gregorio Samsa psicológico. Las ganas de gritar me invadían poco a poco el día que, al fin, conseguí dar con él e intenté aclarar las cosas. Ya ni siquiera me miraba a los ojos. No olvidaré ese momento en el que nuestra amistad parecía irse a pique. No hubo gritos, ni reproches, ni explicaciones, ni nada. Sólo un par de lagrimones míos y su mirada perdida. Yo estaba deseando preguntarle el por qué, decirle que yo estaría allí siempre, que no tenía que elegir entre las dos, que para mí era como un hermano, que no quería perderlo, que era alguien muy importante para mí. Pero no pude, no me dio la oportunidad. Sólo recuerdo que, justo en el momento que parecía que se iba a dignar a mirarme, justo en el momento en el que yo iba empezar a llorar y a abrazarme a él y a decirle en un susurro que todo estaba arreglado, justo en ese momento...apareció. Sí, ella. No le tenía rencor, no la odiaba, pero había algo en ella que no me gustaba. Y solo era que estaba convirtiendo a mi amigo en alguien que no conocía. Ya me lo tenía que haber olido, el día que, repentinamente, se interesó tanto por él. Por mi amigo, mi mejor amigo, que pasó a ser alguien totalmente desconocido para mí. Pero ya estaba advertida, y eso nadie lo quitaba. ¿Por qué no le habría prestado atención? Y, sin embargo, ya no podía hacer nada, ya no cabían los reproches a mí misma ni buscar errores ni faltas entre los dos, ningún “qué habría pasado si...” valía ya la pena. A pesar de todo, la tristeza me invadía poco a poco, ya no podía disfrutar de la vida, ya no pintaba nada. Me empecé a retraer de la gente, de mis otros amigos, a sentirme encerrada, casi invisible si no se fijaban, como los reyes Felipe IV y Mariana de Austria de Velázquez en el espejo de Las Meninas, que veían sin ser vistos. Ahora, así soy yo. Todo por él, por no querer perderlo y no saber seguir adelante. No culpo a nadie; tal vez yo no llegué a entenderlo nunca. Aquella chica había ocupado mi puesto. Y no olvidaré el día en que empecé a verlo todo claro, el día que ella apareció.

Miss Wonderland

Rosas negras en un viernes difícil


Nunca olvidaré ese viernes. Su cara cubierta por las oscuras gafas y aquel abrazo más fuerte de lo normal me decían que algo no marchaba bien. En efecto, no estaba equivocada. Mientras almorzaba en el salón, escuché unas palabras que venían de la cocina, palabras que preferí hacer como que no oía, aunque más tarde fueran confirmadas por mi madre haciendo que a mi hermano y a mí se nos detuviera el tenedor. Aquellas seis letras y el momento en que mi padre decía: “¡La edad de mi niña!” me dejaron helada por completo.

Aunque no fuese el roce lo que más nos une, me sentía emocionada, y es que, como decía mi padre, el dolor lo producía la tristeza de pensar que ella también tiene una familia y toda una vida por delante, sin olvidar que, a pesar de la distancia, siempre seremos primas.

Las horas iban pasando y yo seguía tumbada en la cama, lanzando gritos en silencio y derramando lágrimas secas, preguntándome: ¿Quién la había maldecido con eso? ¿Por qué si hay gente mala en el mundo, era una niña la que sufría? No lo sabía.

Ni lo sabía antes, ni lo sé ahora. La verdad es que solo sé que me queda esperar que el tiempo pase deprisa, mientras pido a quien quiera que me escuche ahí arriba ayuda para que ella dentro de un tiempo recuerde estos momentos y diga orgullosa: “Yo también fui fuerte, yo también pude vencerle”.

Woman

La promesa


¿Sabe alguien lo que es la desesperación?, ¿la impotencia?, ¿la rabia?... Pienso que nadie en el mundo lo sabe como yo. Crees que todo es normal, pero no aprecias lo que tienes, no sabes apreciarlo. Me llamo Sara y tengo 35 años. Ahora he sido capaz de pasar página y rehacer mi vida. Tengo una hija preciosa, se llama Clara. En el momento en que la tomé en mis brazos por primera vez, retomé los peores recuerdos de mi vida. Estaba de vacaciones con mi marido y mi hija Elena de 3 años, en Haití, un lugar que me fascinaba. Todo iba de perlas: paseábamos juntos, jugábamos, reíamos… Uno de esos días me fui con Elena de paseo, pero de repente me vi enterrada en el caos, en el desconcierto, la ira, un lío del que no podía salir. Hubo unos momentos que parecieron años. Después, sólo recuerdo una cantidad infinita de gritos vacíos, desesperados. Abrí los ojos y descubrí a mi marido muerto, al lado de mí, agarrando a nuestra hija de la mano. Ella estaba sangrando, se había rajado en la pierna y no paraba de llorar. Yo le decía: “tranquila, hija, saldremos de esta, te lo prometo”. Se oían la sirenas de los coches por las calles, y yo, desconsolada, gritando con toda mi alma sin respuesta alguna. Pasaban los minutos eternos, las lágrimas, pero yo tenía que ser fuerte, Elena estaba conmigo. En ese momento mi mente quedó en blanco y cuando desperté, vi a una muchacha reanimándome y al lado un hombre muy serio esperándome. Al recuperarme, se me pasó por la cabeza lo que había pasado y corrí a buscar a alguien que me ayudase, pero el hombre me paró y me llevó a una especie de campamento o algo así lleno de camillas. En ese momento caí derrumbada al suelo inmersa en un sentimiento tan fuerte que era inexplicable: mi hija estaba allí, pálida como la nieve cubierta de sangre y heridas, con solo 3 años… Me mató el remordimiento de pensar en aquella promesa: “tranquila hija, saldremos de ésta”. A veces pienso por qué salí viva de aquello, pero poco a poco lo he ido superando (aunque no del todo) y después descubro que mi nuevo marido también me quieres y que mi hija Clara me necesita. Ahora soy feliz otra vez, aunque nunca olvidaré ni me perdonaré aquella promesa, nunca.

Marmo

A mi abuela...


Tan solo tenía 11 años, cuando aquel suceso me destrozó por completo, la persona a la que más quería, la que me vio crecer, la que me cuidó como si fuera mi madre falleció de una enfermedad conocida como el “Alzheimer”.Empezó con que no sabía qué hora era, que no quería salir, que había hecho de comer y no era cierto, pequeños detalles que mis padres y tíos se iban dando cuenta. La enfermedad iba avanzando poco a poco y cada vez apenas recordaba lo que hacía, lo que hablaba…Incluso llegó a no reconocer a algunos de sus nietos. Yo me sentía y me sigo sintiendo orgullosa de que hasta en sus últimos días me reconociera. Mi abuela era especial, no porque sea su nieta, sino porque todo el mundo lo dice. Nunca olvidaré aquellos momentos cuando mi hermano y yo la poníamos a escribir, a colorear y a veces hasta a coser y decía ella con su tono dulce: “muchas gracias, que Dios os lo pague…”

Falleció un 21 de septiembre del 2007, casualidad que también es el día Mundial del Alzheimer, enfermedad que ella padecía, todo cambió para mí, aún la recuerdo sentada en su sillón cuando entro a su casa…Para mí siempre seguirá viva y en mi corazón.

Nunca te olvidaré abuela, nunca.

Miru

El misterio de Pablito


Un verano cálido y seco, cerca de mi casa, vivía un niño marginado, gordito, de pelo oscuro y piel muy blanca. Tenía la cara tan pálida como el mármol. Era muy raro, de semblante muy pensativo. Vestía con unas ropas muy antiguas, se llamaba Pablito. Ese niño era mi amigo, algunas veces me daba vergüenza ir con él por la calle por lo que pudiese decir la gente, pero con el tiempo me dio igual. El día más caluroso de ese verano, Pablito venía a mi casa corriendo, con la cara llena de lágrimas y muy asustado. Venía del pequeño bosque cercano a mi casa. Llamó a la puerta desesperadamente y yo, corriendo, le abrí y le pregunté qué le pasaba.

- ¡El susurro de la tierra!- dijo Pablito con voz temblorosa.

- ¿Qué me estás contando?- le dije yo seriamente. Él me respondió con un silencio. Yo no sabía lo que quería decirme, pero no le di mucha importancia.

Pasados unos días, estaba con toda la pandilla reunida en un claro del bosquecillo. Ese sitio era nuestro lugar preferido de juego, donde vivíamos nuestras aventuras infantiles. Pablito estaba sentado sobre un tronco caído, observando nuestro juego, mientras Luis gritaba: “¡Echadme la pelota, chupones!” La pelota fue a caer a los pies de Pablito, él la cogió, se levantó bruscamente y gritando: “¡Apartaos, apartaos!”

-¿Qué pasa, memo, vas a tirar la pelota?- dijo Juan.

-¡Quitaos del medio que un árbol moribundo va a caer dentro de un momento!- exclamó Pablito muy nervioso.

De repente se oyeron risotadas y burlas seguidas de un crujir dolorosa y un revuelo de pájaros y hojas que hizo a todos huir de aquel sitio. El árbol caía y todos enmudecíamos. Nunca olvidaré aquel momento, ¿cómo pudo saber eso Pablo? Aún pienso en ello.

Mace