jueves, 22 de abril de 2010

El misterio de Pablito


Un verano cálido y seco, cerca de mi casa, vivía un niño marginado, gordito, de pelo oscuro y piel muy blanca. Tenía la cara tan pálida como el mármol. Era muy raro, de semblante muy pensativo. Vestía con unas ropas muy antiguas, se llamaba Pablito. Ese niño era mi amigo, algunas veces me daba vergüenza ir con él por la calle por lo que pudiese decir la gente, pero con el tiempo me dio igual. El día más caluroso de ese verano, Pablito venía a mi casa corriendo, con la cara llena de lágrimas y muy asustado. Venía del pequeño bosque cercano a mi casa. Llamó a la puerta desesperadamente y yo, corriendo, le abrí y le pregunté qué le pasaba.

- ¡El susurro de la tierra!- dijo Pablito con voz temblorosa.

- ¿Qué me estás contando?- le dije yo seriamente. Él me respondió con un silencio. Yo no sabía lo que quería decirme, pero no le di mucha importancia.

Pasados unos días, estaba con toda la pandilla reunida en un claro del bosquecillo. Ese sitio era nuestro lugar preferido de juego, donde vivíamos nuestras aventuras infantiles. Pablito estaba sentado sobre un tronco caído, observando nuestro juego, mientras Luis gritaba: “¡Echadme la pelota, chupones!” La pelota fue a caer a los pies de Pablito, él la cogió, se levantó bruscamente y gritando: “¡Apartaos, apartaos!”

-¿Qué pasa, memo, vas a tirar la pelota?- dijo Juan.

-¡Quitaos del medio que un árbol moribundo va a caer dentro de un momento!- exclamó Pablito muy nervioso.

De repente se oyeron risotadas y burlas seguidas de un crujir dolorosa y un revuelo de pájaros y hojas que hizo a todos huir de aquel sitio. El árbol caía y todos enmudecíamos. Nunca olvidaré aquel momento, ¿cómo pudo saber eso Pablo? Aún pienso en ello.

Mace

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