jueves, 22 de abril de 2010

La magia de la bruja


Era una tibia noche de verano y yo me encontraba en la cama con un libro, nada me gustaba tanto como leer.... hasta que pasó.

No sé como lo hice, quizás fue al imaginar que estaba en la historia, quizás fue cuando incluso lo deseé. Pero no; sí se como lo hice, fue el acordarme de ese sortilegio.

Recuerdo cuando lo aprendí: Fue en aquel mercado medieval al que fui con mi familia, cuando tenía unos trece años, aquella vieja bruja (disfrazada de bruja, es evidente… ¿o no?) me dijo que si me gustaban los libros, yo casi me reí, claro que me gustaban, eran lo que mas me gustaba del mundo, lo único que me hacia sonreir cuando estaba triste, le dije que sí me gustaban y ella me dijo que no lo harían si me encontrara en uno, entonces sí que me reí con ganas ¿cómo que no me gustaría? Era mi sueño desde que leía, no sabía lo que decía. Le dije que me encantaría y ella me dijo que me acercara, lo hice, me acercó la boca al oído y me dijo-Sé un encantamiento para que puedas hacerlo-ya sé que suena a chiste pero me lo dijo con tata seriedad que casi me lo creí, me susurró unas palabras que no voy a poner por escrito a pesar de (o tal vez justo por eso mismo) sus poderes.

Esa misma noche lo intenté y aquí estoy, en mi libro favorito, que por desgracia no está precisamente exento de peligros, pero también de belleza, si la sabes encontrar, y yo sabía, a veces.

En cuanto llegué me sentí muy mareado y no vi enseguida al pájaro que me miraba, era como un gorrión, pero no creo que existan gorriones de metro setenta con los ojos sorprendentemente humanos, de un azul intenso claro, y muy bonitos, aún así me dieron miedo, ¿dónde se ha visto semejante pájaro? Entonces comprendí el lugar en el que me hallaba: Ni más ni menos que en mi libro favorito, recordé entonces el encantamiento para salir de allí, más no lo quise usar aún ya que quería ver más de aquel mundo, pues siempre había querido ver el interior de un libro por mí mismo y ese pájaro era inofensivo, yo lo sabía, pues había leído aquel libro docenas de veces el pájaro me dijo que qué estaba haciendo allí (sí, hablaban) y yo le dije que sólo paseaba, él me dijo que si quería hacer algo más emocionante que pasear, le dije que sí, sabedor de que podría volver si así lo deseaba y él me cogió, me puso a su espalda y saltó a las alturas. Cuando bajé de aquel pájaro todo dio vueltas, estaba en casa, y pensé: “nunca lo olvidaré”

Onryx

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