lunes, 26 de abril de 2010

EL PALACIO DE HIELO


En estas vacaciones Madrid 2010, hemos ido a muchos lugares pero entre ellos hay uno que destaca, El Palacio De Hielo. Allí fue donde mejor me lo pasé sobre todo porque no me creía capaz de mantener el equilibrio sobre esas cuchillas tan finas y afiladas.

La pista de patinaje era enorme y hacía un frio tremendo, Después de cambiar nuestro calzado por los patines de cuchilla, ascendimos por unas escaleras con gran dificultad para no caernos, llegando hasta la pista de hielo. Allí se distinguía claramente las personas que habían patinado antes de las que no lo habíamos hecho nunca.

Los novatos íbamos agarrados de la barandilla que había en los bordes de la pista, avanzando no más de la distancia que nos permitían nuestros brazos, ya que si nos soltábamos, nos dábamos un “culetazo”.La primera vuelta se me hizo interminable, tenía mucho miedo, pero al cabo de un rato iba “bailando”, aunque también me caía algunas veces, unas 8 o 9 si mal no recuerdo.

Era obligatorio llevar guantes para reservar las manos de posibles cortes provocados por el hielo de la pista al contacto con estas.

Después de estar media hora patinando a pasito lento, era tal el esfuerzo realizado que empezamos a sudar a pesar del frio reinante y hasta nos salió rubor en las mejillas. Por fin cogí confianza y empecé a acelerar la marcha un poco pero sin retirarme del borde por si acaso y sin dejar de mirar asombrado al monitor y a aquellos patinadores que tan bien lo hacían; incluso patinaban de espaldas. ¡Ojalá yo llegara a hacerlo algún día la mitad de bien que ellos!.

Jamás pensé que patinar sobre hielo fuera tan difícil y emocionante a la vez y comprendí el esfuerzo y las horas que han tenido que dedicar los patinadores profesionales hasta llegar a conseguir hacer esos saltos y piruetas tan increíbles. ¡Cuánto mérito!

Después de esta sensacional aunque breve experiencia, pensé en cuanto me gustaría practicar este deporte, aunque en Córdoba lo tenía difícil con el tema de la nieve.

La verdad , es que mi visita al “Palacio de Hielo” nunca la olvidaré.


El iceberg rojo

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