martes, 20 de abril de 2010

NUNCA LO OLVIDARÉ


Ya estoy en el instituto, todo ha cambiado, las cosas no son las mismas que las del colegio: cambian los profesores, las amistades, las asignaturas… Pero eso sí, no me he olvidado de mis antiguos profesores: Doña Encarnita, Don Manuel, Doña Lola, Doña Isabel… Todos eran diferentes, tanto en actitud como en carácter.

Don Manuel fue mi tutor durante dos años seguidos. Era un hombre alto y delgado, con el cabello negruzco y los ojos almendrados. Su boca era pequeña igual que su nariz. Su mirada, depende de cómo se sentía, era agradable o te daba repelús al verla. Lo que más le gustaba era andar en plena sierra y su profesión.

Doña Lola fue mi tutora en 4º y mi profesora de inglés. Ella era como una adolescente, siempre iba bien vestida, elegante, maquillada y como ella decía, luciendo cuerpo. Tenía los ojos almendrados y marrones, pelo corto y negruzco y una cara redondita que hacía feliz a todo el mundo. Su nariz era pequeña y su boca normal. Su sonrisa embriagadora y su mirada fascinante. No se lo que le gustaba, pero estaba claro que no le gustaban para nada los conejos (las mascotas de sus hijos). Cuando teníamos clase con ella, siempre nos hacía reír, nos ponía música los viernes y de vez en cuando jugábamos a juegos de inglés en los ordenadores del colegio. Doña Lola era una mujer fascinante.

La señorita Encarnita, nunca fue mi tutora, solo me llegó a dar matemáticas y plástica en 6º. De ella solo puedo deciros que la quería mucho, porque en pocas palabras era increíble, fascinante, genial… Una profesora que adoraba a sus alumnos, les enseñaba muchas veces incluso con canciones que se inventaba como por ejemplo: “¡y todo lo demás se queda como está”!

De Doña Isabel os puedo decir de todo, desde la mínima cosita mala que tenía hasta su enorme corazón. Una mujer regordeta, pelo corto y castaño y ojos grandes, vivos y almendrados. Tenía un hablar peculiar. Su mirada era fascinante y su sonrisa estaba llena de felicidad. Desde que se jubiló, nos seguía recordando y cuando podía nos traía chuches o polos en verano.

Cada profesor tenía un hueco especial en mi corazón ya que eran diferentes para mí en todos los aspectos posibles.

Todavía no me he ido del colegio, pues aún me quedan dos meses y medio, pero esto es lo que pasará cuando salga.

¡NUNCA OS PODRÉ OLVIDAR!

Grano de arena

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