viernes, 23 de abril de 2010

El bosque misterioso


Una noche de primavera, en que la luna brillaba de una forma especial pues, estaba más blanca que nunca.

Mi amiga Vero y yo estábamos sentadas en el porche de mi cabaña, junto al bosque, vimos un destello de luz naranja que procedió del interior del bosque. Llevadas por la curiosidad, nos adentramos en el bosque y nos dirigimos al arroyo. Cuando de repente escuchamos susurros y voces, el miedo se apoderó de nosotras, pero seguimos andando. Al llegar al arroyo, vimos reflejado en el agua un duende. Nos asustamos tanto que lo único que pudimos hacer fue abrazarnos y entonces sentimos que algo nos tocaba las piernas; en ese momento, me armé de valor y miré hacia abajo y vi que solo era unos matojos que se habían enredado en nuestras piernas. Al girar la cabeza se nos escapo un suspiro al ver que el duende solo era el reflejo de un viejo y feo árbol.

Ya más tranquilas, seguimos andando en dirección a esa extraña luz.

* ¡Vamos a casa!, que tengo mucho miedo – dijo mi amiga.
* Espera un momento, que he visto moverse algo – dije yo.

Dimos unos pasos hacia delante y vimos unas sombras. Nos escondimos detrás de unos árboles para mirar sin ser vistas; en ese momento, una nube tapó la luna y la noche se oscureció. Allí estaba la luz naranja, era una hoguera y a su alrededor había gente sentada; cuando miré sus caras, parecían deformes, todos escuchaban atentamente a otro miembro del grupo que leía un libro.

- Seguramente será un libro de conjuros, ¿verdad?

- Seguro que sí, no ves cómo le miran.

A la vez que algo me tocaba el hombro una voz grave nos dijo.

* ¿Qué hacéis aquí?
* No, no nosotras solo….
* Venid, acompañadme

Le acompañamos con mucho miedo.

* ¿Qué pensáis que pasó?

¡Pues! que las personas deformes eran niños que estaban de acampada, que el libro de hechizos solo era un cuento, que el hombre, de voz grave, era el profesor y que el miedo de esa noche fue producido por nuestra imaginación.

Mariposa

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