martes, 20 de abril de 2010

UNA DIVERTIDA Y REAL HISTORIA


Era un día soleado, en el que los pajaritos silbaban y revoloteaban por el cielo color turquesa claro, ese día fue el que mi amiga y yo escogimos para irnos de excursión a la Sierrezuela, un monte, al que nosotras subimos con nuestras bicicletas.

Teníamos pensado comer allí, en un pequeño merendero en el que hacían comida muy sabrosa y barata. Llevábamos una mochila para las dos en ella había dos latas de refresco de naranja, agua y el dinero justo para comer y comprarnos algunas golosinas.

Cuando llegamos allí elegimos una mesa grande y muy espaciosa, soltamos la mochila y nos quedamos unos minutos contemplando el precioso y natural paisaje.

No nos percatamos de que justamente en la mesa de al lado, había otra familia disfrutando del magnífico día, a la que le preguntamos si podían echarle un ojo a nuestras bicicletas mientras que nosotras dábamos un pequeño paseo y íbamos a encargar la comida al pequeño bar y ellas contestaron simpáticamente que por supuesto que nos las vigilaban.

Cuando llegó la hora de comer, bajamos a el bar a por la comida y volvimos a subir para irnos a la mesa en la que estaban nuestras cosas. Ya allí empezamos a comer... ¡Estábamos a hambrientas y... ¡la comida estaba para chuparse los dedos!

Cuándo casi habíamos terminado de comer apareció de la nada una avispa, se puso en la comida y cogió un pequeño trozó de comida y se fue con él, mi amiga y yo que nos asustamos con nada empezamos a correr por todo el monte y toda la gente se quedó mirándonos extrañadas.

María

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