Nunca olvidaré a mi tío abuelo Max que construyó una máquina del tiempo y me llevó a la Edad Media.
Cuando llegamos nos ofrecieron dos puestos: a mi tío abuelo Max de brujo y a mí de caballero. En ese momento fui a presentarme ante el rey Timbas Mikel. Él había olvidado dónde puso la llave de la gran muralla y la única cura era una flor que estaba en una cueva de diamantes, amatistas y rubíes por un temible reptil escupe fuego custodiada, un dragón de 80 metros con escamas. Si la recuperaba me daban mi “árbol del futuro”. Así que con mi espada y mi tío abuelo Max emprendí mi camino.
Pasamos por ciénagas, volcanes en erupción, y todo lo que podíamos superar hasta el dragón. Era gigantesco pero te digo cómo lo vencimos: cogí un palo, lo lancé a un barranco y el dragón fue a por él; cogimos la flor y como el dragón podía volar nos fuimos pitando hacia el castillo y el rey nos dio la máquina del tiempo. Él dijo:
-Nunca olvidaré a estos caballeros ni dónde dejo la llave.
Y volvimos, pues estoy aquí contándote la historia
Científicus
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