Voy a contar una anécdota que nunca podré olvidar ya que os resultará divertida pero a mi me pareció muy, pero que muy dolorosa. El 26 de Agosto de 2008 me fui con mi familia a un hotel de Torremolinos. Todo era perfecto: las habitaciones, la piscina y sobre todo la comida.<.Serían eso de las 2 y algo, cuando mi familia y yo estábamos almorzando en el gran salón del hotel, pero no un almuerzo cualquiera si no un almuerzo de ponerse morados. Había comida de toda clase y toda estaba muy buena. Yo ya había comido pero solo me faltaba algo con lo que saciar mi hambre. Busqué y rebusqué por el salón pero no me apetecía nada de lo que encontré. Al fin vi una especie de filete que no tenía ni idea de lo que podría ser. Lo cogí por curiosidad y me metí un pequeño trozo sin ni siquiera ver cómo era por dentro. Al masticarlo noté que algo me estaba pinchando y enseguida me di cuenta de que era pescado. Me metí las manos en la boca, saqué de esta unas cuántas de raspas y al ir a beber las pegué en el vaso de agua y me las bebí. Cuando me di cuenta desgraciadamente ya era demasiado tarde. Probé todo tipo de métodos : tragarme a diestro y siniestro miajas de pan, comer helado de fresa, ir al baño continuamente a vomitar, tragar, escupir...
Aquel helado de fresa lo nombraría cómo milagroso pues gracias a él vomité dos de las tres malditas raspas que tragué. Fuimos a recepción para que nos dijeran donde podríamos encontrar un hospital por allí cerca. Los recepcionistas nos dijeron un hospital que estaba demasiado lejos y que sería muy complicado llegar hasta él. Así que decidimos ir a un hospital que estaba en la misma calle aunque fuera de pago. Allí me echaron anestesia en la garganta y con una cámara con luz y un aparato especial lograron sacarme a la ingrata, desagradable y asquerosa raspa.
Hormiguita
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