viernes, 23 de abril de 2010

“Nunca lo olvidaré”


Chauchesco era un niño ruso, llegó al colegio una mañana fría y gris de invierno.

Era alto, delgado, ojos azules... y una mirada melancólica. A pesar de ser extranjero hablaba muy bien nuestro idioma, pues había estado en otras ciudades, como Madrid y Barcelona, llevaba ya dos años en España.

Al principio los niños del colegio no le hacíamos ni caso, pues nos pareció un niño tristón y un poco “raro”, pero al cabo de un mes en nuestro colegio, empezamos a hacernos amigos de él todos los niños.

Sucedió lo inesperado: un día me enfermé de la tan comentada gripe A, aunque no era grave, tuve que estar en casa más de una semana.

Estaba solo y aburrido y tenía pocas visitas, tal vez ,por temor al contagio de la gripe, pero un día ahí estaba él, Chauchesco, en la puerta de mi salón acompañado de su papá que lo trajo.

Fue una gran alegría para mí, algo que no esperaba y que me alegró el día. Jugamos a “quién es quién”, el “ajedrez” y muchos juegos más. Pasamos una tarde maravillosa y fue el principio de una gran amistad.

Hace un mes se ha ido a su país, pues a su papá que es ingeniero, le ha salido un trabajo muy bueno allí y han vuelto a su tierra, pero nuestra amistad durará siempre y nunca lo olvidaré.

He aprendido que debemos de tratar bien a nuestros amigos extranjeros, pues ellos son iguales a nosotros. Solo nos separa un país, una lengua diferente y otras costumbres, pero eso no es un problema, puede ser una ventaja.

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